Nuestra Chica Emprendedora de hoy es María Virginia Podestá, Titular de Virpodestá Sabores del Alma, Pastelería.
Amiga lectora, si USTED está 100% determinada a lograrlo, nada, NADA la detendrá. No importa si en el medio hay obstáculos, inconvenientes, problemas, desilusiones, malos momentos y una larga lista de etcéteras… ¡que lamentablemente están presentes! (nos guste o no).
Nada importa cuando solo tenemos una visión: ¡llegar! ¡Cumplir nuestro SUEÑO!
Determinación: 100%. Trabajo: 100% y más. Una acción detrás de otra, aunque sean muy pequeñas, imperceptibles para los demás, son GRANDES para el corazón de una Chica Emprendedora 🙂
¡Vaya por TODO! No escatimemos en ideas, y mucho menos: no escatimemos en Ser FELICES.
Nada mejor que las propias palabras de una Chica-E para compartir ¡una pasión emprendedora!
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“Hola! Soy Virginia Podestá de Virpodesta Sabores del Alma. Soy pastelera, primero de alma y luego de profesión. Vivo en San Nicolás que es la última ciudad al norte de la Provincia de Buenos Aires, en Argentina. También soy docente de nivel inicial.
Esta historia empieza como la de muchas personas que encuentran en la cocina un lugar donde expresarse con todos los sentidos. Desde que tengo uso de razón he juntado recetas y visto infinidad de programas gastronómicos, especialmente los de pastelería (mientras escribo esta historia, el libro ABC de Osvaldo Gross me acompaña en estas letras).
Primero cociné para mis afectos y un día comencé a vender mis mejores productos por encargue, ya que había que llevar adelante la economía del hogar con un niño de 6 años. Tuve algunos eventos mas grandes, pero siempre con mi actitud autodidacta y en mi pequeña cocina, desparramando moldes por todo mi departamento e inventando pilas con recipientes en la heladera familiar. Puro corazón.
Un día, una persona que confiaba en mi hacer, me dijo: ‘En Diciembre tenés un cumpleaños de 50… el de mi marido’. Cuando le pregunté cuántas personas serían me contestó que alrededor de 100. ‘¿CIEN????? No puedo para tantas personas. Además estoy lejísimo (260 Kms)’- le dije. ‘Tenés 9 meses para prepararte y el viaje lo incluís en el presupuesto’ – me contestó.
Ahí surgió mi primera búsqueda de casas de té, de multiplicar recetas, seleccionar una variedad suficiente y leer cartas de pastelerías (Bello Barrio de Belgrano que tanto me inspiró hace 14 años). Llegué dos días antes a Retiro con batidoras, procesadoras y todos los instrumentos que se imaginen, (incluyendo el palo de amasar que asomaba de un bolso, kilos de materia prima (porque en mi ciudad era más barato que comprarlas en Buenos Aires).
De ahi viajé hasta Vicente López y durante 48 horas cociné sin descanso. Y no solo vinieron a buscar el servicio para llevarlo a Caballito, sino que además fui testigo presencial en esa fiesta. ¡Qué nervios! Pero fue hermoso. Lo recuerdo con inmenso cariño porque alguien confió en mí y me puso frente a frente con esas posibilidades que yo no veía.
De ahí en más me dediqué a la docencia, más que nada porque rea mi trabajo ‘formal’. Amaba enseñar en el Jardín y ocupé todas mis horas con los mas pequeños. La pastelería pasó a ser un hobbie de algún fin de semana y un momento especial dentro de las salas, disfrutando con los chicos.
En el 2006 hice un refreshing de mi imagen con una diseñadora gráfica, comencé a repartir mis tarjetas de pastelera y me empezaron a llamar. Así arranqué de nuevo. Solo con el boca a boca, con mis 5 tortas de batalla.
De pronto me vi ensamblando una familia con dos hijos más y de ser dos, pasamos a ser 5. Tres niños de 10, 11 y 12 años y yo en plena etapa de enamoramiento con el que ahora es mi marido. Imposible cocinar con una sola heladera, un solo horno y un mismo espacio! Así que otra vez tuve que elegir. Evidentemente no era el momento y ni siquiera lo veía como un emprendimiento.
En el 2011 sufrí de una disfonía prolongada, con complicaciones en las cuerdas vocales y tuve una licencia de un año por enfermedad profesional.
Al año siguiente decidí empezar la carrera de Pastelería y Panadería Profesional en mi ciudad y comencé a viajar a Rosario (a 60 kms. de aquí), dos veces por semana para formarme con profesionales de prestigio y trayectoria local. AMÉ la pastelería definitivamente y comencé a conocer ese mundo más de adentro. Ya hablábamos de proveedores, cursos, talleres, insumos, libros y mi familia disfrutaba de mis viandas semanales.
Fue un gran sacrificio, porque en la mitad del trayecto tuve que volver a trabajar, pero tomé una decisión que afectó mi vida para siempre. Dejé las salas de los jardines para siempre y cambié mis funciones al ámbito administrativo. Eso significó un año de extrañar con algo de angustia mi pasión por enseñarle a los más pequeños, pero también significaba no tener trabajo extra en casa. No más evaluaciones, ni carpetas, ni planificaciones, ni materiales a preparar para 60 niños. Todo ese tiempo iba a ser para mí y mi pastelería.
En ese momento contraté a unas diseñadoras que trabajaron con un nuevo logo, con sentido, con alma y cargado de significantes para mí. Abrí mi Fan Page con las pocas fotos caseras que tenía, agregando cada paso académico que iba dando. Yo era esa, la que se expresaba en esos trazos.
Como clara señal de que mi camino estaba ahí, le escribí un mensaje privado a Osvaldo Gross (a quien le estaré eternamente agradecida) contándole mi historia, mis miedos y los 42 años que parecían muchos para volver a empezar. Al no recibir respuesta, pensé que nadie leería esas palabras…. pero aún así, unas semanas después le envié otro mensaje pidiéndole si podría firmarme su libro ya que yo viajaba a Buenos Aires. QUINCE minutos después me contestó amablemente y a los dos días nos encontramos en una de las escuelas que dirige.
Este encuentro con el Mejor Pastelero de Latinoamérica, cambió mi vida para siempre. Él me dijo que la pasión que yo tenía me iba a llevar tan lejos como quisiera. Su humildad (la de un grande) y su modo afable de decir, se me quedaron impregnadas en el alma. Amar esta profesión y volverla respetuosamente profesional. Y así comencé a hacerlo y serlo.
Con dos trabajos, pocas horas de sueño, una mudanza en el medio y queriendo dar el salto hacia el mundo emprendedor, comencé a tomar pequeños cursos de especializaciones cortitas, más horas explorando en Internet, y asistiendo a charlas de microemprendedores. Ahí empecé a sentir que había grandes vacíos en ese camino. No bastaba con hacer rica pastelería, con poner el alma; además había que ponerle un valor, ser ordenada con los números, conocer ciertos aspectos contables, trabajar sobre la comunicación, mantener una estética, etc..
Así llegué a tener asesorías on line y a empezar a conectarme con blogs, otros emprendedores y a ‘hacer más contacto’ en los cursos a los que asistía. El intercambio te cambia la cabeza!
Eso sí…. con ocho horas de trabajo fuera de casa, las cosas no iban a caminar. ¿Cuánto tiempo se puede mantener una vida ordenada si solo dormís 4 horas diarias? Así las cosas iban mal. Con tanto viaje de estudio, una noche tormentosa me fui a la banquina. Ese día habia ido a una charla de emprendedorismo y de ahí corrí a presentar mi exámen final de Diseños de Blends de Té. Un baúl cargado de vajilla, detalles y pasteleria. Al terminar, retomé la autopista para volver a casa bajo una tormenta que no te la avisa ningún GPS.
Tenía que parar!! Y así comencé a pensar y el cambio llegó solo, cuando tenía que llegar. No podía trabajar tantas horas afuera y avanzar con lo mío. No podía hacer las fotos, ocuparme de la materia prima, de la imagen, etc.. Todo eso yo sola! PERO… tampoco podía DAR UN GIRO de 180º en una semana.
Sobre finales del 2014 y en los espacios libres me animé. Me compré lo que necesitaba y armé un pequeño estudio donde ofrecí dar clases. Iba apuntado a niños, pero llegaron un par de adultos. Carpetas, delantales y todo lo necesario ya estaba dispuesto para disfrutar de una experiencia que fue maravillosa. Con mis apuntes de pastelería, con los libros de mi Osvaldo querido pude FUSIONAR mis DOS pasiones: la enseñanza y la pastelería. Y un plus especial: ser una eterna aprendiz curiosa y deslumbrada a cada paso. ESTA SOY YO.
A principios de 2015 dejé uno de los trabajos haciendo miles de cuentas, pero era la única forma de invertir en el microemprendimiento. A veces la incertidumbre se vuelve un abismo en el cual podemos caer y los miedos se nos paran por delante para intentar paralizanos.
Y acá estamos… con otra cabeza y mucha ilusión. Conectada con luchadoras como somos todas las que estamos acá contándonos cómo fue parte de nuestro camino; con mi primera alianza emprendedora en marcha, en proceso de rediseño de mi imagen, estudiando sobre herramientas en redes sociales, dando clases, con algunas fechas tomadas y consultando a abogados y contadores.
Es como una experiencia vertiginosa donde hay que poner orden. Creo que todo cambia alrededor nuestro cuando estamos en pleno salto; inclusive nuestras relaciones interpersonales. Es como el momento crucial en donde se pone a prueba la veracidad de lo que llamamos nuestro emprendimiento, en donde defendemos con pasión lo que amamos hacer, lo que somos, donde nos vemos reflejados, pero TAMBIÉN aprendemos a darle un VALOR CUANTITATIVO. El Universo te empieza a conectar con gente que está en tu nivel de vibración y en compañía es todo mucho mejor.
Mis hijos ya tienen 19, 20 y 21 años. Mi marido es un gran apoyo, pero no se asociaría jamás conmigo jajaja. Y yo… yo amo este camino emprendedor a pesar de que también te podés dar un par de golpes. No todos se acercan para compartir, hay muchos que creen que acortan camino copiando a los demás. Y no… no es así. Lo que sale de uno es de uno, siempre inspirándonos en muchos más, pero el producto final solo será nuestro si hubo un trabajo personal, transformando lo que hay en algo bastante distinto.
El sello distintivo es fundamental. ¿Que quéremos? ¿Hacia dónde vamos? (no se puede ir a varios lugares al mismo tiempo) ¿ Qué queremos transmitir?
¿Cuál es nuestra MISIÓN? Cuando llegás a esta útlima pregunta que empieza a contestarse caminando el propio camino, encontrás el sentido. Eso que te empuja cada día de tu vida para seguir con el alma contenta a pesar del cansancio, de un dinero mal invertido (que pasa muchas veces, pero cada vez menos), con una energía especial que se nota. Y cuando se nota, eso trae a la gente que empieza a elegirte por ese camino que decidiste transitar.
Es cómodo estar en relación de dependencia, quizás necesario, pero no hay nada como el camino emprendedor. Tu emprendimiento cobra sentido, se cotiza en cuanto y en tanto trabajes en él. Ni sobre valorado, ni devaluado. Encontrar ese medio tan difícil que, en definitiva, se conquista día a día.
Lindo espacio, lindas historias leídas y si estamos en este lugar contándolas, es porque confiamos en este proceso.
Un abrazo y gracias por el intercambio. Seguramente la vida se encargará de juntarnos si así debe ser.
PH: Ah!! Y me estoy haciendo experta en Instagram, Google + y Pinterest… jajaja”.
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Datos de contacto
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